Si el agua es de todos, ¿por qué la energía hidráulica es la más cara?

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Finalmente el pasado viernes 13 de mayo el consejo de ministros en sesión extraordinaria, aprobó el tan esperado (y controvertido) tope al precio del gas para abaratar la factura eléctrica.

De los 30 € iniciales que se contemplaban inicialmente, finalmente el precio acordado para dicho tope serán 40 € durante 6 meses, que progresivamente irán subiendo hasta los 70 €.

El objetivo de esta medida es reducir drásticamente el precio de la energía eléctrica generada con gas en las centrales de ciclos combinados y con ello, limitar los enormes beneficios que están percibiendo las empresas energéticas.

Tras batallar con Bruselas para sacar adelante junto con Portugal la solución ibérica y después de dos meses de negociaciones, el plan para la puesta en marcha y funcionamiento de esta medida tiene que ser enviado a la Comisión Europea.

Una vez obtenido su visto bueno, se implantará y estará vigente durante un año para beneficio del 37% de los consumidores domésticos y el 70% de los industriales.

Hasta aquí todo sería perfecto, si no fuera porque en 2021, el año más caro en la historia de la electricidad en España, el agua marcó el precio de casi el 60% de las horas, mientras que el gas tan sólo el 14,3%.

Como ya sabemos el sistema marginalista de fijación de precios de la energía sitúa el precio del MWh de todos los productores de energía (hidráulica, renovables, nuclear, ciclos combinados) al precio más alto.

Según la Comisión Nacional de Energía, en 2008 generar un MWh en una central hidroeléctrica amortizada costaba 3 €. Hoy, 14 años después, no puede ser mucho más, puesto que a más tiempo, menor amortización.

Entonces, si producir energía hidráulica es tan barato, ¿cómo es posible que el agua esté marcando los precios?

Porque el agua, a diferencia del viento o del sol, se puede almacenar. Y se puede soltar, justo en el momento en el que se estima que el precio de la luz va a estar más alto.

Pongamos un ejemplo. El pasado 8 de marzo fue el día más caro en la historia de la electricidad en España. El MWh alcanzó el precio medio récord de 544,98 €. La hidráulica marcó ese día el precio a las 21:00 con 654,91 €/MWh.

Es decir, que el día 8 de marzo a las 21:00, la hidráulica estaba produciendo el MWh a 3 € y vendiéndolo a casi 655 €. O sea, consiguiendo unos beneficios absolutamente desproporcionados.

Esto, aunque censurable, sería menos doloroso si estuviéramos hablando de algo que no fuera agua. Porque se da el hecho de que el agua es un bien público. Y las centrales hidráulicas se construyen con fondos que en gran parte, son públicos. Por tanto, esos beneficios totalmente desmadrados son prácticamente 100% netos, los llamados windfall profits.

¿Qué son los windfall profits?

Beneficios literalmente caídos del cielo. Es decir, que se han dado unas circunstancias extraordinarias (en este caso primero la pandemia, luego la crisis energética que la siguió y por último la invasión de Ucrania) para percibir unas ganancias inesperadas.

Estos windfall profits se están percibiendo en todos los productores de energía, pero en lo que se refiere a la hidráulica son escandalosos porque es la energía cuyo coste es más barato.

¿Quién percibe entonces los beneficios que genera la energía hidráulica?

El estado es el propietario del agua pero a través de la Ley de Aguas establece unas concesiones estatales a las empresas para que exploten de manera privativa el agua y produzcan con ello electricidad. Dichas concesiones expiran a los 75 años.

Hoy por hoy, según Red Eléctrica, España tiene una potencia hidráulica de 17.098 megavatios. El 96,2% de toda esa potencia es controlado por tan sólo tres empresas: Iberdrola, Endesa y Naturgy.

Por tanto, en este escenario son dos los actores que se llevan el gato al agua: por un lado, las grandes productoras que ven como los euros llegan a millones a las manos de sus consejos de administración. Por otro lado, el gobierno, que ve cómo sus arcas se llenan gracias a la recaudación de los impuestos.

¿Conseguirá entonces esta medida de topar el precio del gas el objetivo de reducir los beneficios de las eléctricas y reducir la factura de la luz? Es posible. En cualquier caso, el coste real hay que pagarlo y ya sabemos quién lo hará: los propios consumidores.

De todos modos es un mecanismo transitorio que no pone remedio al problema real: un sistema de fijación de precios obsoleto e injusto que beneficia únicamente a las grandes empresas.

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