¿Son las energías renovables el futuro de la España vaciada?

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La España vaciada no es un fenómeno nuevo. En los años 50 y 60 del s. XX se produce en nuestro país un éxodo con migraciones masivas hacia las ciudades en busca de una mejor calidad de vida. Desde entonces, el abandono de las áreas rurales ha persistido en forma de goteo constante hasta el punto que en nuestro país, el 30% del territorio concentra el 90% de la población.

No, la España vaciada no es algo nuevo. Lo que sí es nuevo son las voces que se alzan para reclamar sus derechos. Entre esas voces, un mensaje destaca claramente por sorprendente y vehemente: el NO a las instalaciones de energías renovables.

¿Por qué las energías renovables, que son el vehículo hacia la transición energética, la principal baza frente al cambio climático, a todas luces positivas para el planeta y la sociedad, generan rechazo en una parte de la población rural?

Hoy por hoy, de las diversas fuentes renovables de las que se puede extraer energía, España es especialmente rica en dos: el viento y el sol.

Y es precisamente en las zonas rurales donde es más fácil aprovechar esa riqueza; por la extensión de sus terrenos, y porque no hay construcciones que dificulten el acceso a ella.

Si las zonas rurales tienen escasa actividad económica, si el empleo es de peor calidad y más precario, si la despoblación no ha cesado de aumentar… ¿No serían las energías renovables una solución para activar la economía de los pequeños municipios y fomentar el empleo?

¿No podría ser un buen incentivo para aquellos que deseen instalarse en pequeñas poblaciones?

¿No sería un motor de riqueza y prosperidad para el campo?

Pues en principio así tendría que ser, las renovables son el futuro energético.

Pero no podemos hacer oídos sordos a las voces que se alzan, rebelándose ante el abuso y la injusticia.

Porque las renovables son el futuro energético, sí. Pero no a toda costa.

Sin ir más lejos, con el avance de la energía solar, sólo los 10 parques fotovoltaicos más grandes de España acumulan un total de 5.913 hectáreas, el equivalente a 8.200 campos de fútbol.

Agricultores, ecologistas y representantes de las pequeñas poblaciones denuncian que, además de la contaminación visual, estas macro instalaciones son una amenaza para la flora y la fauna local. Lo mismo ocurre con los aerogeneradores.

Y las protestas van más allá: los terrenos para estas instalaciones se alquilan a los propietarios y se da el caso que las rentas no son igualitarias, los terrenos con mayor cantidad de sol reciben rentas más altas.

También ha sucedido que a quien no ha querido vender sus tierras, se las han expropiado tras realizar previamente una recalificación involuntaria para convertir terreno agrario en terreno industrial.

Y algo que es consecuencia de todo esto y que puede convertirse en un problema realmente grave: estamos hablando del sector primario, el sector que provee de alimentos. Y para un agricultor puede llegar a ser 8 veces más rentable alquilar sus terrenos que cultivarlos. ¿Llegará el momento en que tengamos energía, pero escasee el trigo?

En CYE creemos en las energías renovables y estamos convencidos de que pueden convertirse en un recurso de riqueza para zonas rurales y despobladas.

Pero no ocurrirá sin el consenso con esa España vaciada que se merece nuestro agradecimiento, nuestro respeto, nuestro apoyo y nuestra consideración.

Energías renovables sí, rotundamente sí. Pero no a toda costa.

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